Ciertamente los sentimientos son algo que nos suele fluir libre y desordenadamente, aunque quizás sea algo que deberíamos aprender a controlar.

Está claro que es más cómodo dejar fluir los sentimientos libremente, pero si los analizamos, los reconducimos modificándolos podemos tener una mejor actitud hacia el mundos y ser nosotros mismos más felices.

Nuestra mente tiene muchas posibilidades, que no solemos utilizar, si razonamos, pensamos e intentamos comprender el por qué de los sentimientos, utilizando nuestra mente podemos mejorar nuestra calidad de vida y la calidad de vida de quienes nos rodean.

Para comenzar, hemos de pensar que nuestra mente se compone de dos partes, una parte racional y otra parte emocional.

La parte racional es la que esta controla, piensa, razona y realiza, seria la calculadora de nuestra mente.

La parte emocional, va por libre, es la parte que tienen más desarrollada los artistas, puesto que es ella la que domina las artes y la fantasía.

Esta parte emocional la puede reconducir la parte racional de nuestro cerebro, con su poderosa arma, el razonamiento.

La parte racional de nuestra mente para dominar la parte emocional debe conocer nuestras emociones personales, controlar nuestras emociones, motivar estas emociones, conocer las reacciones de los demás para poder saber cómo reaccionaran los demás a nuestros actos así como reaccionaremos nosotros a los actos de los demás.

Con esto no lograremos dominar el mundo, ni tan sólo a nosotros mismos, pero sí que veremos las cosas desde un enfoque diferente y podremos sentirnos mejor nosotros mismos y los que están a nuestro alrededor.

Una causa frecuente de la frustración personal es ponerse objetivos muy altos o inalcanzables, si nos vamos creando pequeños objetivos, los cuales pasito a pasito vamos logrando, a cada logro, iremos aumentando nuestra satisfacción personal y poco a poco conseguiremos grandes logros.

Nuestras emociones no las podemos seleccionar, no las podemos desconectar, las emociones las tenemos y son impulsos químicos y eléctricos que genera nuestro organismo, pero sí que con el raciocinio, podemos moderar nuestra reacción y reconducirla.