08:16:38 Las liebres y las ranas |
Una nueva entrega ilustrada con una fábula de Esopo.
Las liebres y las ranas.
Se reunieron un día las
liebres y se lamentaban entre sí de llevar una vida tan precaria y temerosa,
pues, en efecto, ¿No eran víctimas de los
hombres, de los perros, de las águilas, y otros muchos animales? ¡Más valía morir de una vez
que vivir en el terror!
Tomada
esta resolución, se lanzaron todas al mismo tiempo a un estanque para morir en
él ahogadas.
Pero las ranas, que estaban
sentadas alrededor del estanque, en cuanto oyeron el ruido de su carrera,
saltaron asustadas al agua. Entonces una de las
liebres, la que parecía más inteligente que las demás, dijo:
¡Alto compañeras! ¡No hay que apurarse tanto,
pues ya veis que aún hay otros más miedosos que nosotras!
El consuelo de los
desgraciados es encontrar y ver a otros en peores condiciones.
Al igual que las
liebres, le ocurre a muchas personas que son débiles de mente, en lugar de
sobreponerse a los problemas y miedos, que les genera la vida, hacen como los
conejos que huyen e incluso deciden suicidarse. El suicidio es quizás
la acción más pobre que podemos realizar, puesto que con el suicidio perdemos
todo lo que poseemos tanto física como espiritualmente. Cuando nos
suicidamos además perdemos lo que no hemos vivido que puede ser mucho, además
de hacer sufrir a las personas que nos quieren por nuestra marcha. Pero la cosa no se
termina aquí, algunas ideologías afirman, que estamos en este mundo para formarnos,
adquiriendo experiencia y cuando morimos marchamos a otras "esferas”, para después
reencarnarnos de nuevo, regresando a la Tierra varias veces hasta adquirir el
grado de sabiduría necesario, para subir a una esfera superior. Aunque el
interesante tema de la reencarnación, lo reservaremos para algún futuro
artículo en exclusiva para él, próximamente. Pero la cosa no
termina aquí, hay personas que como los conejos, para sentirse más "valientes”
necesitan que otros sean más temerosos que ellos. ¿Por qué muchas
personas viven (o más que vivir, sufren), desarrollando el sentimiento de la
envidia?, mirando lo de desean en manos de los demás, en algún caso llegando al
punto de desear o destruir al envidiado, para que no disfrute de lo envidiado… En este caso los
conejos no envidiaron a las ranas, pero al ver que alguien se asusta más que
ellos, llegaron a comprender que no estaban ellos tan mal, que los hay que lo
pasan peor. ¿Es necesario
comprobar que otros lo pasan peor para entender lo bueno de la vida? Ciertamente, en muchas
ocasiones, nos solemos amargar por pequeños problemas que nos impiden disfrutar
de nuestra propia vida, consiguiendo destrozar nuestra vida y la de los que nos
rodean. ¿Quién no le suena el problemón
(especialmente en la pubertad), de tener un grano "enorme y feísimo” en la
punta de la nariz? Mas adultos
comprendemos que el problema no era tal, que aunque el grano en la punta de la
nariz, aunque haga feo, es lo que hay y por supuesto, al mundo le importa un
pimiento que tengamos ese grano o no. Si tenemos el grano en
la punta de la nariz, como si no, que quien quiera mirar nuestra nariz que se
la mire y a quien no le guste… pues que no la mire, así de simple. Básicamente, os
recuerdo mi consejo de siempre: Nada más abrir
nuestros lagañosos ojos, pintemos una sonrisa radiante, alegrémonos de que en
breve saldrá el sol y si el sol no sale alegrémonos de que el sol no nos cegara
cuando conduzcamos y nos den sus rayos en los ojos, alegrémonos de que estamos ahí,
alegrémonos por estar rodeados por todos nuestros seres queridos que tenemos a
nuestro alrededor, alegrémonos de tomar ese café matutino (indispensable para mí),
etc.
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